Airbnb o Uber son el emblema de la economía colaborativa. Pero ¿qué sabes realmente sobre esta nueva división del trabajo?
También llamado consumo compartido, la economía colaborativa desafía las nociones tradicionales de propiedad privada y se basa en la producción o consumo compartidos de bienes y servicios. Sus inicios se remontan a iniciativas sin fines de lucro como Wikipedia o Couchsurfing. Las redes sociales y la tecnología móvil permitirían luego que hoy existan plataformas que transforman autos privados en recursos comunes –Lyft, Cabify o Uber– o que la gente comparta sus viviendas mediante sistemas como Airbnb o Flipkey.
Muchos han acusado a Uber y Airbnb de evadir normativas locales en las ciudades donde operan, pero otros arguyen que de esta forma, las personas que se hallan fuera del mercado de trabajo pueden obtener un ingreso legítimo.
En ciudades como París, Uber fue resistido exitosamente por los taxistas tradicionales, aunque Airbnb no ha podido aún ser desterrado por el gremio hotelero. Sin embargo, este último ha sabido encontrar oportunidades dentro del negocio colaborativo. En junio próximo, en Amsterdam inicia operaciones Zoku, un híbrido entre oficina virtual y hotel, que permite estadías largas y proporciona servicio de hotelería y espacios comunes para trabajar y socializar. Más original aún es Spacious, un hotel colaborativo que aún no abre sus puertas en Nueva York y que propone habitaciones que pueden ser subalquiladas durante el día como oficinas para aquellos huéspedes que no las usan sino hasta la noche. También ofrece espacios tranquilos para trabajar, Wi-Fi y café recién molido gratis.
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