Los silbidos al primer ministro francés Manuel Valls, al dejar hoy una ofrenda floral a las víctimas de Niza reavivan los recuerdos del pasado 14 de julio y revelan la crisis turística de la región tras el atentado.
Tras la masacre de, los primeros heridos llegaron al Hotel Negresco, donde el camión comenzó su fatídico raid sobre el Paseo de los Ingleses esa noche de cálida. Los lujosos sillones, tapices y alfombras del mítico lobby -declarado en 1974 monumento nacional- sirvieron esta vez de improvisada sala de emergencia hasta la llegada de los paramédicos. Lejos estaba su constructor Henri Negresco de imaginar este destino. Aun después de dos guerras mundiales, tanta destrucción en manos de un fanático, justamente en medio de los festejos de un nuevo 14 de julio. Mientras en todo el país, los millones de asistentes a los partidos de la Eurocopa se mostraban aliviados por la ausencia de un temido atentado, la bestia agazapada pegó su zarpazo en Niza. El enclave de la Costa Azul,-que congrega a seis millones de turistas anuales, de los cuales el 65 por ciento son extranjeros-, fue el objetivo en una noche cálida, ante una multitud congregada para observar los fuegos artificiales que celebraban un nuevo aniversario de la toma de la Bastilla. Casi como ocurrió con otros atentados en centros turísticos, los extranjeros irrumpieron en tropel para abandonar los hoteles y apurar su regreso, mientras otro tanto sucedía con las reservas para el resto de la temporada estival. Ni siquiera la avalancha de la prensa que llegaba para cubrir en detalle lo ocurrido balanceaba el éxodo. Ibis, el Little Palace, el cuatro estrellas Westminster confirmaron que prácticamente no quedaba ningún turista extranjero en sus habitaciones, también registradas por las fuerzas de seguridad, en busca de información adicional sobre el atentado. “En Israel, ocurre todo el tiempo”, comentaba un bronceado turista en la recepción en las escalinatas del Negresco . Y sacándose el sombrero, pronunció: “Vive la France”. Sin embargo, al día siguiente, y a poca distancia de Niza, en el exclusivo balneario de Cap Ferrat, el Grand Hotel Saint-Jean decidió no suspender su programación de los festejos patrios, también con fuegos de artificio, lo que produjo gran indignación en el resto de los balnearios. Es que Marsella, Chambery, Menton, Chambery, el principado de Mónaco y la más lejana isla de Corcega-sí cancelaron sus programas. “No respetan ni a los muertos” era el hashtag obligado en las redes sociales.
Foto: Montgomery06
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