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#miprimerhotel Hotel Antártida

Una de nuestras colaboradoras recuerda su primer veraneo en el Hotel Antártida, por entonces perteneciente a la Marina de Guerra argentina, en Mar del Plata.

 Hotel Antártida. Mi primer hotel fue un castillo Tudor en piedra  y almenas de la base naval  de Puerto Belgrano, al sur de la provincia de Buenos Aires donde los jóvenes oficiales se hospedaban con sus esposas. Mis padres eran veinteñeros  y yo nací en el hospital del complejo.

 

Hotel Antártida

Intuition Tours (la niña más grande), frente al castillo Tudor que fungía como hotel para los oficiales de la marina, en Puerto Belgrano.

Pero el hotel  que recuerdo fue en Mar del Plata, allá por la década del cincuenta. A mis siete años, mi padre había muerto y mi madre nos llevó a junto a mi hermano al Hotel Antártida, que pertenecía a la Marina de Guerra. Era un edificio de más de un diez pisos, con ladrillos a la vista, y  múltiples ascensores. Casi un ministerio soviético, de la entonces poderosa flota de mar, frente a la playa Bristol y  el gran Casino, otro emblema marplatense.

Gran Hotel Antártida

La autora en Mar del Plata. De fondo, el  Hotel Antártida.

 Al llegar al hotel, recuerdo que el viaje en ascensor durante la siesta era también una novedad para mi hermanito y para mí, que no queríamos dormir luego de tantas emociones en la playa y en el salón comedor. Con su elaborado «buffet froid», hasta nos animábamos con la sopa tan rechazada en nuestro hogar pero que allí no desdeñábamos. Ni hablar de cuando corríamos presurosos a leer el menú del dia impreso en la puerta del comedor.  Y luego… ¡el carrito con los postres! Casi siempre elegíamos helados, pero a veces los salteábamos para no espantar a mi madre, que ya nos veía afectados por una faringitis. Y creo recordar que hasta tomamos una vez el «bajativo», que no era otra cosa que un té de hierbas para  apaciguar tanta actividad mandibular y digestiva.
Cuando oíamos a mi madre  anunciar al camarero el número de la habitación para el control, le preguntábamos si tanta comida iba a salir cara. Ella nos tranquilizaba y claro, no existía la tarjeta de crédito en aquellos tiempos, pero el turismo social había llegado para quedarse un tiempo más. Ya con el peronismo , el turismo de las clases trabajadoras empezó a cambiar la fisonomía de la ciudad y de la hotelería. Establecimientos casi versallescos con cortinados y mayordomos  de etiqueta fueron comprados por los diferentes gremios- algunos directamente expropiados-. Con los primeras colonias de vacaciones para los hijos de los empleados, también sus familias conocían el ocio y las reivindicaciones como el aguinaldo y las vacaciones pagas. Pero no fue un sueño eterno…
Hotel Antártida

El Hotel Antártida hoy, en Mar del Plata.

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