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Después del sismo: una suite en el Presidente InterContinental

El susto por el temblor de 7,2 que el viernes golpeó a la Ciudad de México se borró casi por completo con lo que siguió después: una noche en una suite del Presidente InterContinental Santa Fe. Aquí, mi top 10 de amenidades.

Presdidente InterContinental

 

El trayecto al Presidente InterContinental Santa Fe fue accidentado: en medio de un embotellamiento sobre la avenida Constituyentes sonó la alarma sísmica y un gran silencio envolvió a las automovilistas, que se miraban nerviosamente entre sí, cuando normalmente solo quieren matarse unos a otros entre bocinazos e insultos. Unos segundos más tarde, empezó a temblar, y el Uber en el que me encontraba se meció suavemente. Duró unos segundos e imediatamente se interrumpieron las comunicaciones. Como llamar a mi familia era imposible, seguí el trayecto en silencio y nerviosa, mientras la radio empezaba a dar cuenta de lo sucedido. Un sismo de magnitud 7,2, sin víctimas ni derrumbes. Enseguida llegué al lobby del hotel, y a pesar de que el gerente acababa de dar el visto bueno para que los huéspedes regresaran a sus habitaciones, una gran calma me invadió. Imposible que esa gran torre con amortiguadores hidráulicos se caiga, pensé mientras un solícito empleado completaba mis datos en el check-in. Lo que sigue es un top 10 de mis favoritos en esta noche que quedará para el recuerdo. Una suite en un piso 14 en un día convulsionado en la castigada Ciudad de México.

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1- La vista:  las ventanas de piso a techo, dan a la parte más céntrica de Santa Fe, un distrito comercial y residencial que hace apenas veinte años era un puñado de depósitos rodeados de montañas bajas. Para quien no quiera distraerse o simplemente quiera descansar, las cortinas blackout que se bajan o suben con solo apretar un botón están sin duda alguna entre mis favoritas.

2- La cama: una king size con edredón de plumas y blancas sábanas de algodón, pesadas y frescas. El colchón, cálido en una noche fría de invierno, fue sencillamente de los mejores que he probado. Las almohadas que me tocaron eran demasiado firmes, pero como el hotel se jacta de su menú de almohadas, alguien subió a cambiarmelas por un par más blando, simplemente perfectas.

3- Burbujas: tal vez para intentar atenuar los nervios de esa tarde, la gerencia envió una botella de espumante italiano, en un balde con hielo y dos copas. Amé el detalle y me bebí una copa de un sorbo. Encendí la TV y todo empezó a fluir.

4- La ducha: con la presión y la temperatura ideal, en un baño claro y nuevo, fue el preludio de un buen descanso. Las cremas y champú de Agraria hicieron el resto.

5- Toallas: pesadas, suaves y absorbentes. Nada de esa microfibra que apenas seca. Y una generosa cantidad, disponible junto al lavabo.

6-Películas On Demand: a través de la app stayconnect, desde mi teléfono pude comprar una película (Madre!, de Aronofsky, fue la elegida), sin tocar el control remoto hotelero, sobre cuyas supuestas bacterias  existe un amplio folclore.

7-Ambiente insonorizado: el doble vidrio de las ventanas y las gruesas paredes tienen una función: hacer que el descanso sea óptimo, sin ruidos molestos.

8-Espresso: por la mañana, y mientras me preparaba para bajar a desayunar, se me antojó un café. La cafetera Nespresso estaba lista, junto con las cápsulas de cortesía. Solo fue cuestión de agregar agua y voilà. Una humeante taza mejoró aún más la experiencia.

9- Pies: las pantuflas de toalla blanca vinieron como anillo al dedo cuando vi que había olvidado las mías. Hacían juego con la bata, que me esperaba colgada justo cuando la necesitaba.

10- Colorterapia: no sé si fue idea mía, pero el verde claro de las paredes de la suite tuvo un efecto tranquilizador durante toda mi estadía.

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